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Sunday 16 October 2011

9. I miss you.

- ¿Van a volver? ¿quiere volver con ella? - pregunté titubeando.
- No lo se, Tom no ha dado muchos detalles. Dijo que iría a verla esta mañana. También me dijo que te cuide, cosa que al parecer no hice del todo bien ya que podrías haber provocado una explosión.
Se hizo un gran silencio. Yo miraba la taza ya vacía, como encontrando una explicación a la desolación que sentía en ese momento. Fue repentino, inesperado. Como un hueco en el alma, como si alguien hubiese absorvido mis sentidos.
- ¿Te sientes bien? - preguntó Dougie preocupado.
- Si, claro. - mentí. ¿Por que lo dices?
- Tu cara, no te ves nada bien.
- Quizás es porque dormí en una extraña posición anoche y mi cuello está destrozado.
- Si quieres puedo ayudarte.
···
- Eres bienvenido.
Colocó una silla detrás del banco en el que me encontraba y masajeó mi cuello y hombros, haciéndome sentir un gran alivio.
- ¡Vaya contractura!
- No es bueno dormirse durante una película de terror, lo recordaré la próxima vez.
- Es un buen punto.
El resto de la tarde transcurrió lentamente. Dougie me invitó a almorzar afuera, para descansar mi mente. Si bien intenté no demostrar mi preocupación, creo que fue un tanto obvia.
Era interesante ver el increíble esfuerzo que empleó en hacerme reir y sentir mejor. Dougie si que era un gran amigo, una gran persona.
Ya anocheciendo, fuimos a mi casa, donde me preparé para la noche. Dougie también se arregló, y nos fuimos a la casa de Danny donde cenaríamos para celebrar mi cumpleaños, que era al siguiente día.
Tom no se encontraba allí. Comenzaba a preocuparme, ¿y si algo malo había sucedido?
Los chicos parecían muy tranquilos.
Comenzamos a hablar de mi cumpleaños, los chicos esperaban que hiciera una gran fiesta, ¡vaya decepción iban a llevarse!, seguramente los invitara al cine, o algo así.
Dougie me dejó en casa, muy avanzada la noche. Antes de entrar, miré con melancolía la casa de Tom. Ni una luz prendida. Tom no estaba. Se había reconciliado con su ex y me había olvidado.
Con solo pensar eso, mi corazón estalló en mil piezas. Hice un gesto con mi mano a Dougie para darle a entender que podía irse. Vi el pequeño auto alejarse, respiré hondo y abrí la puerta de mi casa.
Corrí angustiada al baño. Cerré la puerta y dejé que las lágrimas corrieran. Limpié mi maquillaje, tomé un baño y me dirigí a mi habitación.

Wednesday 12 October 2011

8. I've got you.

La canción acabó y su risa estruendosa comenzó a repiquetear nuevamente.
- Bailas bien - sonrió.
- Claro que no, tu lo haces.
Compartimos un durarero abrazo que confirmó el hecho de que era mucho mas que un amigo para mi.
Dougie había abierto mi mente. Quizás yo era capaz de amar profundamente.
Me tomó por su espalda y me llevó hacia el interior de la casa, donde preparamos los tres juntos un sabroso almuerzo. Comimos afuera, sentados bajo el sol - no era muy común un día así en esa época, por lo que era mejor aprovecharlos al máximo - hablando y riendo.
Continuamos afuera hasta el anochecer, cuando entramos y nos sentamos en el gran sillón a ver algunas de las películas que Tom había alquilado.
Pasar tiempo con ellos hacía que viviera la vida como nunca antes se me había siquiera ocurrido. Como aquellas películas en las que todos viven felices y comen perdices.
Dejándonos llevar por las horas y las películas, comenzé a cerrar lentamente mis ojos.
···
Una fuerte luz impactó en mi rostro lo que provocó que me despertara sobresaltada. Me encontraba en el sillón. Dougie dormía a mi lado y apretaba mi mano, como si aquella fuese un pequeño osito de peluche. No había rastros de Tom. Hasta donde recordaba, nos habíamos dormido los tres allí.
Le di un suave beso en la mejilla que le provocó cosquillas y como consecuencia, soltó mi brazo. ¿Alguien se habría detenido antes a apreciar lo angelical y tiernamente que Dougie dormía? sonreí al verlo y me dirigí a la habitaciòn de Tom con la esperanza de encontrarlo allí. Pero tampoco estaba.
Comenzé a preparar el desayuno para Doug y para mi. No era una gran cocinera, pero el hecho de que Tom no estuviese a mi lado me había preocupado. Pretendía calmar mis nervios cocinando. No lo conseguí del todo, ya que dejé caer una taza que estalló en miles de piezas. Dougie apareció corriendo sobresaltado. Comenzó a reirse cuando notó que el estruendo provenía de un descuido de una de las personas mas torpes que conoció en su vida. 'Era de esperarse', sonrió.
Mientras desayunábamos, recordé el motivo de mis nervios - ya que la situación de la taza y el sobresalto de Dougie habían hecho que lo olvide y por un instante  al fin me relajara.
- ¿Sabes donde está Tom? no suele salir los domingos por las mañanas.
- Quizás fue a confesarse, imagina todo lo que se le habrá cruzado por la mente al haber pasado la noche junto a estas bombas sexuales.
No pude evitar reir. Dougie sonrió, satisfecho por haber provocado la risa en mi estado de preocupación.
- Dale tonto, enserio.
- Creo que iba a ver a Giovanna.
- ¿A quién?
- Giovanna, su ex novia.
Mi corazón se paralizó.

Tuesday 27 September 2011

7. When I look at you.

El sol se reflejó en su mirada y sus pequeños ojos se cerraron aún más, parecían deseosos de desaparecer.
¿Me había enamorado? ¿cómo podía sabér qué se sentía estar enamorado?
Despegué mis labios.
- No lo se.
- ¿Cómo puedes no saberlo?
- ¿Debería? quiero decir, ¿cómo se yo si me enamoré?
- Cuando te enamoras sientes el deseo de pasar cada segundo a su lado. No quieres dejar que la otra persona se vaya por nada del mundo, deseas detener el tiempo y poder mirarlo a los ojos esperando expresar con una mirada todo lo que con palabras no sabes decir.
- Así se siente...
- Entonces, te has enamorado.
Las palabras de Dougie me confundieron. Parecía tan sincero al explicarlo, y también se notaba un destello de dolor al expresarse.
¿Por qué la gente se enamora, si el amor duele?.
Dougie se puso de pie y caminó al interior de la casa. Lo vi entrar y cerré mis ojos. Necesitaba pensar. Necesitaba reflexionar.
¿Enamorado? ¿enserio? quiero decir, ¿fui capaz de sentir algo tan fuerte como amor?.
No sentía esa clase de amor. Sus ojos brillantes, su sonrisa, sus cabellos rubios o su dulce voz. Las tardes juntos. Los abrazos.
La necesidad de verlo todos los días, de jugar, de reír, de cantar, de bailar. Comenzé a recordar cada instante juntos.
Buscaba una respuesta de mi abuelo, una señal. Nada.
Escuché su risa y abrí los ojos. El sol hacía que sus cabellos parecieran de oro. Me miró con un brillo alegre en la mirada. Sonreí. ¿Era esa la señal? tomó mi mano y me ayudó a ponerme de pie.
Nuestra canción favorita comenzó a sonar. Y como si fuese una coreografía de un show de broadway, nuestros pies se sincronizaron perfectamente y bailamos un valls. Sentía que volaba, que el mundo se había detenido. Y en ese momento, me di cuenta de que era verdad.
Estaba enamorada de mi amigo.

Sunday 18 September 2011

6. Have you ever seen the rain?

Los días pasaron y Tom y yo nos hacíamos cada vez mas unidos. Yo volvía del colegio, dejaba mis cosas en casa y corría a la suya. Merendábamos, nos contábamos todo sobre nuestro día y luego, regresábamos a mi hogar y nos sentábamos a componer música en mi habitación. Era ya rutina. La excepción eran los días soleados. Merendábamos bajo el árbol de mi jardín, corríamos, nos divertíamos. Luego subíamos al tejado a dedicarnos a la música. No hacíamos eso por trabajo, de hecho, nadie jamás había escuchado lo que escribíamos. Simplemente, al finalizar cada tarde, habíamos hablado de tantas cosas que podríamos escribir un libro en una semana. Sin saberlo teníamos tanto guardado. Nos sentíamos muy cómodos contándonos los secretos el uno al otro.
Mi inglés mejoraba, mis notas en el colegio también, y me sentía mejor que nunca. El apocalipsis había sido el comienzo de una vida nueva, y mejor.
Tom y los chicos me llenaban de vida. Me dieron todo lo que por tanto tiempo me hizo falta. Y estaba tan agradecida.
Mis padres estaban felices también. Me notaban tan llena de vida, con tantas ganas de vivir y sonreir. No les molestaba que pasara mis días con ellos, y cuando no estaba con Tom, me preguntaban el por qué.
Un sábado a la mañana, luego de volver de una larga caminata por el vecindario, Tom salió a hacer algunas compras y Dougie se quedó conmigo, conversando en el jardín.
Mis miedos y verguenzas ya no existían, me sentía completamente abierta a ellos. Pusimos un poco de música, y nos recostamos en el pasto a mirar el cielo y las aves volar.
- Siempre he pensado en las aves.
- ¿Si? ¿cómo?
- Cuando llueve. ¿Pueden volar? ¿Dónde se esconden?
Las tardes con mi abuelo pasaron por mi cabeza velozmente. La lluvia repiqueteando sobre la madera del hall. Lo miré, y sonreí.
- ¿Qué? ¿Te ríes de mi? - dijo.
- No, solo que... en las tardes lluviosas me sentaba junto a mi abuelo y pensábamos exactamente eso.
- Siempre hablas de él.
- Si, era muy importante para mi.
- ¿Jamás existió alguien más?
- ¿De qué forma lo dices?
- Nunca... ¿nunca te enamoraste?
Me miró con sus pequeños ojos celestes y perdió la mirada en el cielo, del mismo color, pensativo.

Wednesday 14 September 2011

5. The only exception.

- Es lindo verte sonreir
- No lo hago muy a menudo. Seguramente luzca como un castor golpeado.
- No, incluso pareces especialista en ello.
- Quién hubiese dicho que volvería a hacerlo.
- Las cosas buenas llegan cuando menos las esperas.
Volví a dirigirle una sonrisa. Es verdad, no lo esperaba.
- Es tarde, perdón por quedarme dormida. Mejor me voy a casa.
Me puse de pie y me dirigí a la puerta. Tom me siguió en silencio.
Lo despedi con un abrazo bajo el marco de la puerta, pero Tom decidió acompañarme a casa.
- Supongo que me dejarás conocer tu pequeño escondite.
- Bien, no es gran cosa, pero adelante.
Subimos a mi habitación. Pareció sorprendido por las millones de cosas que guardaba en un espacio relativamente pequeño. Tomó mi guitarra y se sentó junto a la ventana. Parecía el lugar predilecto para pensar.
- Podría escribir millones canciones desde aquí. Mira esa vista, parece que toda la ciudad se ve desde esta ventana.
- De pequeña subía al tejado a escribir canciones con mi abuelo. Los lugares altos me inspiran, me hacen sentir segura. Los árboles, las montañas, todo se ve tan claro desde allí. Te permite tener una vista de todo. Abrir tu mente y pensar más allá de la jaula en la que solemos encerrarnos nosotros mismos. Dejar la imaginación correr. Respirar hondo y sentirte invencible.
- Apuesto a que has escrito canciones acerca de esa sensación.
- No realmente.
Perdió su mirada en la ventana.
Me senté a su lado y comenzamos a tocar y cantar. Permanecimos allí sentados hasta el amanecer.
Definitivamente Tom era diferente. Era la única persona con la que me agradaba pasar el rato. La única persona con quien compartiría mis secretos. La única excepción.
Quizás no era demasiado tarde para ser quien siempre quise ser.
Mi vida parecía mejorar día a día. Y al ver el sol aparecer en la lejanía comprendí que ese sería el mejor verano de mi vida.
Ya no había dolor. Ni temor. Cada día era un gran día.
Tom se despidió. Lo vi caminar por la acera en dirección a su casa. Me puse el pijama, lavé mis dientes, cepillé mi cabello y me acosté, sin mucho éxito con la idea de dormir. Muchas cosas recorrían mi mente. Pero sin dudas todas eran buenas, porque mi vida estaba cambiando y volvía a ser feliz.
'Gracias abuelo' susurré, y cerré mis ojos.

Tuesday 13 September 2011

4. I'm with you.

No noté cuando mis ojos comenzaron a cerrarse, y quedé profundamente dormida sobre el piano. Los sueños me llevaron junto a mi querido abuelo una vez más. No quería despertar, pero sabía que estaba soñando y no duraría para siempre. Mi abuelo me dedicó una sonrisa que me hizo sentir en paz. Bien conmigo misma y mi entorno, como un mensaje de que todo estaba y estaría bien.
Una mano recorrió mi cabello. Lo sentía más cerca que nunca. Pronto reaccioné, desperté. Tom sonreía a mi lado. No tenía muy claro durante cuánto tiempo permaneció allí observándome, pero sí que parecía entretenerle. Nuevamente me sentí diferente, extraña. El sentimiento no era nuevo, aunque esta vez, me preguntaba cómo podría sentirme tan cercana a alguien que apenas conocía. No sabía nada sobre él, pero mi corazón parecía aferrarse al hecho de que alegró mis últimos días, que le puso luz a lo que creí sería el fin de mi existencia. No se quien eres, pero estoy contigo.
Observé sus ojos brillantes. Tenía una mirada muy profunda. Un mechón rubio caía sobre su rostro. Su sonrisa permanecía intacta, a pesar de que yo lo observaba, intentando comprender como todo había cambiado tanto.
¿Desde cuándo era capaz de compartir algo con otra persona? ninguno había pronunciado ni una palabra. Pero nuestras miradas no resultaban incómodas. No esperábamos que el otro hablara. Solo dejábamos el tiempo pasar. Me miraba inquieto, parecía intentar leer mi mente, saber qué sentía y pensaba en ese instante. Sonreí ante la idea.
Su sonrisa se ensanchó aún más. Miré por la ventana. Mi árbol, y mi casa.
¿Habría alguien en la fiesta? ¿Cuánto tiempo había pasado? no sabía si preguntar. No sabía si sería adecuado arruinar un momento tan hermoso. El dolor y la inseguridad ya no estaban. No estoy segura de si realmente respiraba. ¿Por qué las cosas eran siempre tan complicadas?
¿Por qué no podemos comunicarnos siempre con miradas? Comenzaba a extrañar su voz.
¿Era esto normal? ¿Era Tom un ángel que mi abuelo envió para alegrar mis días más oscuros?.
Hacía días que no lloraba su pérdida. Días sintiendo que no estoy perdida. ¿Era eso una señal?
¿Mi historia tendría un final feliz?.
Casi parecía que si. Las lágrimas eran un recuerdo. Él sabía tanto sobre mi, su sonrisa cruzaba mi mente permanentemente. Volví a voltear. Lo miré, intentando preguntarle ¿eres un ángel de verdad?. Sus ojos volvieron a brillar en los míos.
Sus labios se despegaron para romper el silencio.

Sunday 11 September 2011

3. Our time is here.

Luego de merendar, abrí mi armario en búsqueda de algo que vestir. Escogí la mejor ropa posible, y me bañé. Recogí mi cabello en una pequeña cola que dejaba mis ondas caer sobre mis hombros prácticamente desnudos - llevaba un vestido floreado con finas tirillas - y unas sandalias negras con un pequeño taco. Puse un poco de labial rojo sobre mis labios, delineé mis ojos y añadí un poco de rímel a mis pestañas. Respiré hondo, y me dirigí a la cuidada casa de Tom.
El timbre sonó y la puerta se abrió. Tom me recibió con una gran sonrisa. 'te ves muy bonita' susurró. Su casa era aún más increíble por dentro. En un gran sillón de cuero negro se encontraban algunas personas. Tom me presentó y ellos me saludaron amablemente. Llegué a sentirme incómoda horas después. Las parejas se esparcieron por el lugar y los pocos que continuaban conversando, hablaban velozmente permitiéndome entender muy poco.
Tomé un vaso de refresco y comenzé a recorrer la casa. Un cuarto vacío que solo contenía un piano captó mi atención. Desde su ventana veía el árbol en mi jardín. Entré y cerré la puerta detrás de mi. Me senté junto al piano, tomé aire y puse mis manos sobre las teclas, dejando que mis dedos recorran cada una de ellas permitiendo a la música salir de lo más profundo de mi corazón. Cerré mis ojos y dejé fluír los recuerdos.
Comenzé a tocar 'Somewhere over the rainbow'. Era una de esas canciones que tocaba con mi abuelo. Una voz, una hermosa voz comenzó a acompañarme. Volteé. Tom caminaba hacia mi sonriendo y cantando. Se sentó a mi lado y tocamos juntos. El mundo había desaparecido a nuestras espaldas. Solo éramos Tom, yo, y su piano. La música que nos unía. Inesperadamente, ambos comenzamos a reir. Ese fue uno de esos momentos en los que el tiempo se detiene y te pones a pensar '¿está esto realmente sucediendo?'. Tan poco hacía que nos conocíamos, y sentía que lo había tenido a mi lado toda mi vida. Me abrazó. Creí que mi corazón se había detenido. Jamás me había sentido tan cercana a alguien, y me asustaba un poco. Pero por algún motivo coloqué mi cabeza en su pecho e intenté que ese instante fuese eterno. Me sentía protegida.
El chico rubio de ojos claros, Dougie, - creo que ese era su nombre - asomó su cabeza en el marco de la puerta. 'Lo siento Romeo, pero necesitamos tu ayuda' al oír esa palabra ambos nos separamos, ruborizados. Tom se puso de pie y corrió escaleras abajo. Y yo me quedé, pensativa, recostada sobre el piano tocando algunas notas con mi mano izquierda.

Saturday 10 September 2011

2. Not alone.

Mi nuevo vecino me dedicó otra gran sonrisa luego de presentarse. Hablaba despacio, procurando que yo comprendiese cada una de sus palabras. Y de hecho, lo hacía. Me pareció muy agradable, así que lo invité a sentarse a mi lado bajo el árbol (porque había estado parado bajo la lluvia durante nuestra conversación). Saltó atléticamente la cerca y se sentó junto a mi. Le conté mi historia tan coherentemente como pude, y él me contó un poco sobre su vida. Era músico. Cuando comenzó a hablar, recordé a mi abuelo. Aquellos momentos de mi infancia, cuando nos sentábamos juntos por horas a tocar el piano. Aquellos momentos en los que era feliz. Empezó a oscurecer, y fue cuando nos dimos cuenta de que hacía horas que estábamos allí, uno junto al otro, narrándole la historia de nuestras vidas a un perfecto extraño. Pero pareció no importarnos, porque continuamos nuestra charla. Yo, luchando por conseguir las palabras justas para expresarme, y el, luchando por no acelerarse ya que mi inglés no era el mejor. Cuando el sol comenzó a caer al punto de estar ya anocheciendo, mamá me llamó a cenar. Y tuve que despedirme de mi nuevo vecino, mi nuevo amigo. Nos sonreímos en modo de despedida, y me dirijí a la puerta trasera mientras lo vi saltar la cerca y saludarme con un su mano mientras retornaba a su hogar.
Durante la cena me encontré pensativa. Vaya persona había conocido! rápidamente, me sentí más cercana a él que a cualquier otra persona desde la muerte de mi abuelo. Me sentí libre de contarle mis miedos, mis deseos, mis gustos. Terminé de cenar y subí nuevamente a mi dormitorio. Mi madre había acomodado mis cosas en su lugar, así que busqué algún buen cd y me puse a redactar ese extraño pero agradable día en mi diario, sentada junto a la ventana observando las luces de las demás casas apagarse lentamente. Nunca me había sentido así en años. Tenía ganas de sonreír, tenía ganas de volver a ese rincón y contarle más cosas sobre mi. Parecía que mis esfuerzos para comunicarme en inglés fueron buenos, o por lo menos, a el le causaban ternura y no enojo, por lo que me sentía realmente cómoda contándole mis historias.
A la mañana siguiente, un pequeño rayo de sol entró por mi ventana. Sorprendentemente el día estaba soleado, una bonita mañana de sábado.
Corrí escaleras abajo, y tomé mi desayuno. Mis padres parecían sorprendidos de la energía que llevaba. No solo porque esperaban que me encontrase de mal humor durante un largo tiempo, sino, porque desde que mi abuelo me dejó, ya no quería vivir. Simplemente no tenía a la persona que me enseñó a reir. Pasábamos tardes juntos cantando, jugando. Nunca tuve amigos, porque prefería visitar a mi abuelo en lugar de jugar con ellos.
Necesitaba a ese hombre a mi lado, y ya no estaba, y nunca volvería.
Pero había conocido a alguien que me recordaba tanto a el, me recordaba tanto a esos días jugando a las escondidas en su jardín, a aquellas tardes lluviosas sentados en el hall pensando ¿qué será de los pajaritos cuando llueve? ¿se ocultan, son felices? ¿pueden volar?.
Tomé un baño, y salí a conocer mi nuevo vecindario, a conocer las casas, las calles. Era todo muy bonito. Muy perfecto también, para mi gusto. Parecía que nadie allí rompía reglas, era como un cuento de hadas. Pero podría acostumbrarme. Volví al rato, caminando lentamente y disfrutando del paisaje. Nunca había tenido un paseo tan pacífico en mi vida, nunca me había dedicado a pensar sobre mi como una persona que era capaz de seguir adelante. Pero por algún motivo, ese día lo hice. Una pequeña nota se encontraba junto a la puerta invitándome a una fiesta que mi nuevo vecino haría esa noche. Tenía una letra muy simpática. Junto a la invitación, su firma aparecía con una gran estrella junto a ella. Con cariño, Tom.

Friday 9 September 2011

1. Stop the world.

Dicen que lo bueno se hace esperar. Y también que cuanto mas larga la espera, mejor la llegada. A veces, el verdadero amor parece inalcanzable. Pero el amor es ciego, y seguramente se encuentre bajo mis narices. 


Soy de esa clase de personas que no se deja fiar. Me cuesta entregar mi confianza a alguien, y creo, que hasta el día de hoy hay cosas sobre mi que nadie sabe. Quizás porque no les interesen, o quizás porque no muestro interés alguno en contarlas. Desde muy pequeña mi diario íntimo es mi única compañía. Mas que nunca, cuando mi vida cambió.
El día que mis padres decidieron mudarse a Londres, mi mundo se derrumbó. Siempre me vieron como una persona reservada pero segura de si misma, única. El trabajo de mi madre la obligó a trasladarse, y sin derecho a réplica tuve que ir con ella. Recuerdo armar mis valijas con las lágrimas saladas recorriendo mi rostro, sin encontrarle un sentido a todo lo que había sucedido. ¿Por qué tan de pronto?. No tenía amigos ni familia de quienes despedirme. Pero aún así, algo me aferraba a aquella pequeña casa. A mi país. Mamá siempre dijo que soy una persona muy dramática, y que hasta la mínima lluvia es una tormenta para mi. Quizás sea cierto, pero no podía comprender por qué me sucedía esto. Me costaba relacionarme con las personas aquí, ¿qué sería de mi en Inglaterra? la tierra de la perfección, donde todos hablaban un idioma que apenas conocía.
Al llegar a Londres, mis ojos continuaban hinchados ya que no había conseguido dormir y había llorado una gran parte del viaje. Un pequeño taxi nos llevó a una casa blanca, sin mucha gracia. Un jardín al frente, con unos pocos arbustos. A ambos lados de la cerca que la rodeaba, dos casas no muy diferentes, pero notoriamente cuidadas.
Entré a mi nuevo hogar. Olía a humedad. Algunos muebles permanecían allí. Tomé mis bolsos y me dirijí al segundo piso, en el que había un pequeño altillo. Supuse que allí dormiría, ya que no había otro lugar. Subí las escaleras, y me sorprendí gratamente al notar que no era tan horrible como parecía. Mi pequeño y solitario mundo podría resumirse en tal lugar. Una ventana circular me dejaba ver la calle, y el nublado cielo de Londres. Acomodé mis cosas sobre una antigua pero bonita cama de madera. Abrí mi bolso, tomé mi celular y sus auriculares. Mi libro favorito, y me dirigí escaleras abajo, a conocer el jardín trasero. Comenzaba a lloviznar, pero noté un frondoso árbol en un rincón del jardín que podría cubrirme de las pequeñas gotas de lluvia. Y me senté allí, a ver pasar mi vida, concentrada en mi libro y escuchando mi música favorita, como si fuese la banda sonora de una triste película en la que la chica se queda huérfana, en otro país viviendo con su amargada abuela. Lo acepto, soy un poco dramática. Si bien estaba muy sumergida en la lectura, noté una sombra detrás de mi. Volteé y me encontré con unos ojos brillantes y una sonrisa deslumbrante. Me quité los auriculares, me puse de pie y me dirigí al extraño, intentando presentarme, sin mucho éxito en mi pronunciación. El joven rió. Resultó una risa amable, aunque sabía que mi fallido intento le causó gracia, su risa campaneó y dejó ver unos pequeños pocitos a los costados de su boca. Luego se presentó.